Durante 8,4 años, 313.074 personas de ambos sexos fueron sometidos a seguimiento y observación en diversos países europeos, incluida España. Se invitó a los participantes a consumir, al menos, ocho porciones diarias de fruta y verdura de 80 gramos cada una de ellas. Al finalizar el estudio se comprobó que los sujetos, sin antecedentes de ictus ni enfermedad isquémica cardiovascular, habían conseguido reducir en un 22% el riesgo de sufrir un episodio clínico que afectara a las arterias coronarias (angina o infarto) o a las cerebrales (ictus isquémico o hemorrágico) en relación con otro grupo de sujetos de parecidas características clínicas en los que el consumo de fruta y verdura era significativamente menor (menos de tres porciones al día). Se llegó a la conclusión de que por cada pieza de fruta y verdura consumida al día, de un peso igual a 80 gramos, se conseguía una reducción del riesgo en un 4% acumulable.

Cómo reducen los episodios cardiacos y cerebrovasculares

Los hechos demuestran que un alto consumo en frutas y verduras no reduce las tasas de colesterol total, ni disminuyen los valores de LDL (mal colesterol) ni elevan las HDL (buen colesterol), así como tampoco tienen acciones directas sobre los triglicéridos. Consecuentemente, no es a través de una reducción del colesterol que la dieta rica en frutas y verduras rebaja las tasas de episodios clínicos cardio o cerebrovasculares. Esta falta de relación causal ha llevado a los investigadores a especular con otros factores que sí son potenciados por este tipo de alimentos. Así, una dieta rica en frutas y verduras eleva las concentraciones de potasio y magnesio, que protegen contra los trastornos del ritmo cardíaco, al tiempo que se reduce la ingesta de sodio cuya asociación con la hipertensión arterial está suficientemente demostrada. Además, la alta concentración de antioxidantes podría jugar un papel protector frente a la enfermedad vascular isquémica. Por otro lado, el rico contenido en fibra que proporciona este tipo de alimentación favorece el tránsito intestinal y, por tanto, disminuye las posibilidades de desarrollar fenómenos inflamatorios, al tiempo que compite con la absorción intestinal de grasas. Si este tipo de alimentación es complementada con frutos secos, ricos en ácidos omega 3 y 6, se potencia el factor protector de la dieta vegetal.

En resumen; aunque no quede claro cuáles sean los mecanismos de acción derivados de la dieta mediterránea (rica en frutas y verduras) las consecuencias no solo son bien conocidas sino que cada día existen mayores evidencias, de carácter clínico y epidemiológico, que confieren a estos saludables hábitos alimenticios una innegable protección frente a las enfermedades cardiovasculares.

Alimentos indispensables en la dieta diaria


Otras campañas de buena salud recomiendan la ingesta de, por lo menos, cinco piezas diarias de fruta, así como el consumo de un plato de verdura o ensalada y unos 40-50 gramos de frutos secos (nueces, avellanas o cacahuetes).

Aceptemos como excelentes estos consejos que, además, son fáciles de llevar a cabo en un país como España donde la huerta es tan rica en esta clase de productos. Habría, no obstante, que conseguir de las autoridades sanitarias ayudas económicas para rebajar los precios y hacer de frutas y verduras productos de primera necesidad para que estuviesen al alcance de toda la población. Del mismo modo, es muy deseable que las máquinas expendedoras de snacks, en las que predomina la bollería industrial, fuesen sustituidas o complementadas con fruta fresca, siendo esto, además, de obligado cumplimiento en aquellos dispensadores próximos a colegios o áreas infantiles.